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RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIA - AGOSTO 2011 NOTAS RELACIONADAS

 

Un techo para mi pais

 

Luchar contra el olvido

La ONG RESPONDE se dedica a recuperar pueblos en vías de extinción, brindando las herramientas para que sus mismos pobladores sean los creadores del cambio. Fundada en 1999 por la Dra. Marcela Benítez, lleva 147 pueblos intervenidos y encuentra en las empresas su mayor aliado económico.

La casa es chica pero el corazón es grande. Así, en esa conocida frase, podría sintetizarse a la perfección el espíritu de la oficina de RESPONDE. Situada en Palermo, pequeña pero en permanente ebullición, este espacio es el epicentro donde se generan múltiples proyectos de ayuda a distintos pueblos de la Argentina.
Creada en 1999, RESPONDE es una ONG con miras a largo plazo. Es que la suya no es un tipo de ayuda asistencialista, al estilo "parche", sino que se mete de lleno y cambia desde la base los problemas. En un país en el cual el 70% de los núcleos poblacionales son rurales, esta organización se impuso la misión de generar trabajo, cultura y producción en los propios pobladores de cada pueblo, brindándoles la posibilidad de regenerar y revivir su lugar de origen. Así, la organización lleva 11 años devolviéndole la alegría y el compromiso a múltiples pobladores. Fue fundada por la Dra. Marcela Benítez, investigadora científica del CONICET y nombrada entrepreneur social del año 2006 por la Schwab Foundation, y es a ella aquien recurrimos para conocer más de la loable propuesta.

 

¿Cómo nació RESPONDE?

Mi trabajo de investigación en el CONICET durante los '90 trató sobre los pueblos en vías de desaparición en la Argentina, ya que me preocupaba el problema del despoblamiento. Para darse una idea, el 70% de los núcleos poblacionales tiene menos de 2000 habitantes, por lo cual estamos hablando de un país netamente rural. Pero esos espacios no son tenidos en cuenta, y la gente, al no encontrar alternativas de trabajo, estudio o desarrollo personal, se va a ciudades más grandes, donde finalmente tampoco encuentra lo que busca. En ese marco, la misión de RESPONDE y el motivo de la fundación surgió a través de visitas a esos pueblos en los que yo detectaba que había oportunidades y recursos naturales, pero esa gente que había quedado no estaba preparada para reconvertirse y no sabían cómo aprovechar eso. RESPONDE nace con la misión de generar oportunidades para los pueblos rurales de la Argentina, pero principalmente haciendo foco en aquellos que están en situación de pobreza y crisis. En estos 11 años aprendimos que la situación en un pueblo se puede revertir, pero que existen condiciones básicas para que esto suceda.

 

¿Cuáles son esas condiciones?

La clave es que un grupo de pobladores esté dispuesto a sentirse protagonistas del proyecto. Tiene que haber un cambio en la actitud pasiva de esperar que se les solucionen las cosas. Pero es un hecho que la gente y las comunidades, a partir de ser miradas, se sienten reconocidas. También, el que vos los guíes les permite ponerse en marcha, y el que los estimules realmente los convierte en protagonistas. Por supuesto, también hay que tener el acompañamiento de la autoridad local.

 

¿Cómo reaccionan los políticos?

Hay dos perfiles de políticos. Primero está el que no sabe cómo hacer para mejorar la situación. Ese es un aliado espectacular, porque está haciendo lo mejor posible pero no sabe cómo, así que te ve como un socio y articulás esfuerzos. Después está el que te ve como un rival, porque cree que le vas a sacar el poder. Hemos descubierto, justamente, que muchos pueblos están mal por el tipo de conducción que tienen.

 

¿Cómo se dio el involucramiento de las empresas?

En los inicios de RESPONDE sólo éramos un pequeño grupo de voluntarios. Hasta que a los 2 años recibí una beca del diario La Nación para hacer un posgrado en Organizaciones Sin Fines de Lucro, que me ayudó a entender que una ONG se maneja igual que una empresa pero sin repartir plata. Eso también me permitió entender que tenía que contar lo que hacíamos al mundo, porque si no, no era sostenible. Así que empezamos a comunicar nuestra labor, y cuando llegó el momento de pedir ayuda, tuvimos la alegría de tener buenas respuestas y contar con las primeras monedas que no eran de nuestra propia billetera. La primera empresa que nos apoyó fue American Express en el 2005.

 

¿Qué creés que es lo que convence a las empresas de apoyarlos?

Creo que son varias cosas. En primer lugar, no somos una ONG asistencialista. Entiendo que haya ONGs que se ocupen de la urgencia, pero también tiene que haber alguien que piense en el mediano plazo y en que las cosas sean sustentables. Y nuestros proyectos tienen en cuenta comunidades que están aisladas, nuestra misión tiene mucho de sentimiento de patria, de país, de crecimiento, de qué es lo que soñamos como sociedad. Por eso siempre hemos tenido muy buena llegada. Además, nuestros proyectos tienen un principio y un fin, no es que si sacás el subsidio dejás a alguien sin comer, sino que son propuestas enfocadas a generar espacios de producción, turismo, cultura, etc. A lo largo de estos años, ya hay 40 empresas que nos han acompañado en estos proyectos, y en las que tenemos desde el comienzo no hemos perdido ninguna. Hoy quien nos financia es el sector empresario.

 

¿El Estado nunca se involucró?

No recibimos nada pero tampoco lo hemos buscado. Sí hacemos alianzas a nivel municipal, porque si hacemos un proyecto en un pueblo les pedimos ayuda. Pero esos no son fondos que nos tengan que dar a nosotros, porque a lo mejor les decimos "te hago el centro cultural pero dame la mano de obra". También les pedimos que se ocupen de mantener las cosas hechas y hacerse cargo de los impuestos en los casos de obras o centros. En cambio, cuando nosotros le pedimos plata a una empresa, ese proyecto comprende un 12% que va a la institución, para pagarle a la secretaria y el sistema y el resto, un 88%, va al proyecto.

 

¿Con qué otras empresas han trabajado?

Banco Supervielle, Banco Galicia, Apache Argentina, LAN, Cargill, La Segunda… Igual es un camino lento, porque no puedo pedirles un monto grande sin que se espanten. Pero si yo les digo que me den $20.000 para un proyecto, es un número accesible. Parte de lo que aprendí en mis años de investigación es que en la Argentina no hay información en detalle del potencial y perfil socioeconómico de cada pueblo. Entonces, si vos no tenés esa información no podés hacer una política pública, no podés tomar una decisión como empresa y hasta no podés tomar una decisión familiar. Por eso en nuestro trabajo de campo nuestro objetivo es poder darle visibilidad a al menos 600 pueblos. Y ese trabajo de investigación y difusión del pueblo requiere un fondeo de $20.000. Pero hay posibilidades; una empresa puede dar $10.000, otra otro tanto y entre los dos son los padrinos del pueblo. Además, esta clase de obras le dan visibilidad a la empresa y hasta pueden involucrar a sus empleados como voluntarios o yendo a visitar los pueblos.

 

¿En qué se basa la elección de los pueblos?

Tenemos una convocatoria en la web en donde tratamos de que los pueblos se presenten. Hay una base de pueblos, pero a veces nos llegan por otros lados. Lo que buscamos es que el pueblo tenga un real interés y no caiga en saco roto el esfuerzo. En el trabajo de campo hacemos una investigación de todos los que son artesanos, productores y gente que ofrece servicios, y después los ayudamos a mostrar esas cosas. Las fotografiamos, ponemos sus datos de contacto y lo subimos a la web, como si hiciéramos una guía de recursos. La idea es que cada pueblo pueda mostrar lo mejor que tiene. Siempre y cuando el pueblo tenga menos de 2000 habitantes, el proyecto puede hacerse.

 

¿Notás un incremento en las empresas en las acciones de responsabilidad social? ¿Hay más conciencia de la importancia del tema?

Diría que hay más movilidad; por lo menos se está agendando el tema. Si son empresas chicas no se mueven mucho, pero si tienen oportunidad de ver a las grandes y cómo se manejan y mueven las preocupaciones estratégicas de cómo mostrar una empresa, el tema de la responsabilidad social hoy es importante. Muchas veces tratamos de alinear a lo que ellos tienen como negocio alguna cosa que les resulte fácil donar o hacer, porque con lo que las empresas tengan podemos armar algo, siempre. Porque hay pueblos en toda la Argentina y no es sustentable que no haya oportunidades de desarrollo local, lo vemos con el desborde de Buenos Aires y cómo han crecido los índices de marginalidad y desempleo. Nuestro pilar de acción es la paz social. Sabemos que si no se incluye a las personas en un circuito que les permita crecer económicamente y tener una vida digna, es probable que se conviertan en violentos. Entonces, los que tuvimos la suerte de nacer del otro lado del mostrador, tenemos una responsabilidad sobre esto y corresponde hacerse cargo en la medida de nuestras posibilidades.

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